miércoles, 4 de abril de 2012

Las Maximas de un Kiosquero Cualquiera

Asi como Radio Metro hizo hace un tiempo ¨Las maximas de un hombre cualquiera¨ yo me dispongo a redactar las de este mostrador....obviamente que son a puro criterio de quien les habla.
La primera de la radio fue la que marcó un camino y espero yo estar a la altura de las circunstancias..... 1- Todo hombre que usa barba candado es garca. (me mató... me dejó un precedente).
Empezaremos por algo light, para dejar que el entusiamo atropelle.

1- Todo el que compra un atado de diez ,pagando integramente con monedas de 0,10 centavos.........es un amarrete compulsivo.

2- Todo el que apoya sus cosas arriba de las golosinas de la caramelera está ocultando un feo momento vivido en su niñez.

3- Todo hombre que al momento de comprar, mira constantemente si viene el bondi es un eyaculador precoz.

4- El cliente que compra caramelos Sugus y te pide que no le pongas de menta, no disfruta plenamente del sexo. (quedan exentos aquellos que compran para alguna criatura)

5- Todo aquel que compra cigarrillos para su pareja es probablemente cornudo.

6- El cliente que al momento de comprar una gaseosa o agua , le da vuelta al asunto y pide un sorbete, un tubito, un canutillo, un absorvente y no se anima a nombrarlo como corresponde ¨PAJITA¨, es ONANISTA represivo/a.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Sancho y sus molinos de viento


Los molinos que tengo exibidos en la puerta del negocio son un producto simple , didactico , entretenido y tal vez REVELADOR....
Mis clientes de molinos son de los mas variados, aunque el producto este orientado desde el fabricante a los niños, tal vez se disputen la compra en un 50 y 50 entre los adultos y/o ancianos y los locos bajitos.

Tengo motivos varios por el cual un adulto sin un niño como destinatario compra un molino de viento....la excusa mas utilizada es ....
- lo compro para ahuyentar a las palomas de mi terraza.
sabiendo todos nosotros (menos ellos) que los molestos bichos van a estar entusiamadisimos de tener cerca de donde hacen estragos con sus picos un giratorio colorido y ningun insoportable humano tirandoles piedras.

o tal vez sea cierto cuando me dijeron....
- yo lo pongo en la ventana (por fuera, claro) y todas las mañanas cuando despierto veo si hay o no viento. (???)
sin palabras......

Los niños obviamente en su afan de sentirse realizadores de experimentos los llevan para todos lados con el brazo en alto o sopla a mas no poder para que el fantastico molino haga de las suyas.

Una tarde de Marzo, un papá con su pequeña se frenan y observan el exibidor de molinos. La hermosa rubia con sus ojitos tirnos le pide uno.... y el enternecido padre decide comprar....
- Cual te gusta?. le dice
- El de River. contesta la decidida niña
el padre sorprendido opto por mostrarle los demas.
- Mirá , hay uno de Barbie..... saco este?.
- Quiero el de River.
Decidida la niña
- Tambien tenes de las princesas y otro de Pucca, cual te saco?
Pregunto el padre algo preocupado
y sin tener una respuesta siguio con el ofrecimiento
- Te saco el del arco iris?... (mostrandole uno con todos los colores posibles)
- Quiero el de River
Como testigo de la situacion no me preocupaba que la pequeña eligiera un molino de River, sino que no fuera de alguna indole femenina, mas acorde a ella.
El padre medio frustrado hasta ofrecio comprar el molinito de Ben10 todo verde o el de Superman, pero no hubo caso.
- Quiero el de River papá.

La situacion mostraba escenas de indole parecidas a batalla perdida, el papá giró su cabeza hacia mi y al ver que yo habia presenciado toda la situacion, miró hacia abajo, saco el molino de River del excibidor y se acercó a pagar. Lo impagable fué verle la cara que puso cuando a dos pasos de mi, se abrió la camperita blanca que llevaba y delató tener una reluciente camiseta de Boca Junior....
Palabras mas palabras menos (como escribió Andrés Calamaro) la nena se la mandó a guardar....Se llevó el de River

Solo le pido a San Gustavo Lopez que mis hijos nunca ma hagan nada pàrecido.

martes, 18 de octubre de 2011

Que carita de asco !!!

Habitualmente me está pasando, pero hoy es una repeticion constante.
El CLIENTE en su afan de demostrar que siempre tiene la razon responde de distintas maneras ante el pedido de cambio. Muchos inventan respuestas de las mas variadas, pero se está dando una respuesta generalizada en la gran mayoria de ellos.....y es la siguiente.....
- no tengo, se lo acabo de dar a la farmacia.
- hay !! me quede sin cambio, recien se lo di al chino.
- lo siento, lo que me pedis es lo ultimo que le pagué al videoclub!!


Paren !
No se dan cuenta que a nosotros los kiosqueros nos da por las bolas cuando nos dicen eso?
Todos los rubros que se les ocurra para excusar tienen mas ganacia en cualquier venta que nosotros ante ese paquete de Marlboro 10 que te queres llevar con un billete de 50$.
Y encima despues de recibir la negativa nuestra.....
-No negrita, no te puedo dar el cigarrillo con ese billete, porque no tengo cambio.

Se despachan con un.....
- no sabes donde hay otro kiosco?
(con cara de asquerosa claro!)

- otro kiosco? ... si, mira acá en la esquina te tomas el 168 y te bajas en plaza once, caminas por Pueyrredon 200 metros a tu derecha y en la esquina tenes uno....(?)






Aprovecho esta entrada para dejarles un fragmento de la pelicula de Ricardo Darin "UN CUENTO CHINO".
Explica en imagenes lo que los comerciantes muchas veces sentimos....
Con Mariangeles hemos ido a verla al cine y recuerdo haber aplaudido esta escena (sabiendo que la gente a mi alrededor no entendia porque lo hacia).
Aun cuando la veo me enloquece la actitud de ambos (ferretero y cliente)

Pueden saborearla tambien.
Claro ....si entienden de que les hablo ....



http://www.youtube.com/watch?v=zfAz8Qx8uw0&feature=player_detailpage

jueves, 22 de septiembre de 2011

Sacheri - Me van a tener que disculpar.

Una tarde de invierno de 2009 un amigo me puso en las manos este relato de Eduardo Sacheri.
(alguna vez se te cayeron lagrimas por leer algo?)
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Me van a tener que disculpar. Yo sé que un hombre que pretende ser una persona de bien debe comportarse según ciertas normas, aceptar ciertos preceptos, adecuar su modo de ser a determinadas estipulaciones convenidas por todos. Seamos más explícitos. Si uno quiere ser un tipo coherente debe medir su conducta, y la de sus semejantes, con la misma e idéntica vara. No puede hacer excepciones, pues de lo contrario bastardea su juicio ético, su conciencia crítica, su criterio legítimo.
Uno no puede andar por la vida reprobando a sus rivales y disculpando a sus amigos por el sólo hecho de serlo. Tampoco soy tan ingenuo como para suponer que uno es capaz de sustraerse a sus afectos y a sus pasiones, que uno tiene la idoneidad como para sacrificarlos en el altar de una imparcialidad impoluta. Digamos que uno va por ahí intentando no apartarse demasiado del camino debido, tratando de que los amores y los odios no le trastoquen irremediablemente la lógica.
Pero me van a tener que disculpar, señores. Hay un tipo con el que no puedo. Y ojo que lo intento. Me digo: no puede haber excepciones, no debe haberlas. Y la disculpa que requiero de ustedes es todavía mayor, porque el tipo del que hablo no es un benefactor de la humanidad, ni un santo varón, ni un valiente guerrero que ha consolidado la integridad de mi patria. No, nada de eso. El tipo tiene una actividad mucho menos importante, mucho menos trascendente, mucho más profana. Les voy adelantando que el tipo es un deportista. Imagínense, señores. Llevo escritas doscientas sesenta y tres palabras hablando del criterio ético y sus limitaciones, y todo por un simple caballero que se gana la vida pateando una pelota. Ustedes podrán decirme que eso vuelve mi actitud todavía más reprobable. Tal vez tengan razón. Tal vez por eso he iniciado estas líneas disculpándome.
No obstante, y aunque tengo perfectamente claras esas cosas, no puedo cambiar mi actitud. Sigo siendo incapaz de juzgarlo con la misma vara con la que juzgo al resto de los seres humanos. Y ojo que no sólo no es un pobre muchacho saturado de virtudes. Tiene muchos defectos. Tiene tal vez tantos defectos como quien escribe estas líneas, o como el que más. Para el caso es lo mismo. Pese a todo, señores, sigo sintiéndome incapaz de juzgarlo. Mi juicio crítico se detiene ante él, y lo dispensa.
No es un capricho, cuidado. No es un simple antojo. Es algo un poco más profundo, si me permiten calificarlo de ese modo. Seré más explícito. Yo lo disculpo porque siento que le debo algo. Le debo algo y sé que no tengo forma de pagárselo. O tal vez ésta sea la peculiar moneda que he encontrado para pagarle. Digamos que mi deuda halla sosiego en este hábito de evitar siempre cualquier eventual reproche.
Él no lo sabe, cuidado. Así que mi pago es absolutamente anónimo. Como anónima es la deuda que con él conservo. Digamos que él no sabe que le debo, e ignora los ingentes esfuerzos que yo hago una vez y otra por pagarle.
Por suerte o por desgracia, la oportunidad de ejercitar este hábito se me presenta a menudo. Es que hablar de él, entre argentinos, es casi uno de nuestros deportes nacionales. Para enzalzarlo hasta la estratósfera, o para condenarlo a la parrilla perpetua de los infiernos, los argentinos gustamos, al parecer, de convocar su nombre y su memoria. Ahí es cuando yo trato de ponerme serio y distante, pero no lo logro. El tamaño de mi deuda se me impone. Y cuando me invitan a hablar prefiero esquivar el bulto, cambiar de tema, ceder mi turno en el ágora del café a la tardecita. No se trata tampoco de que yo me ubique en el bando de sus perpetuos halagadores. Nada de eso. Evito tanto los elogios superlativos y rimbombantes como los dardos envenenados y traicioneros. Además, con el tiempo he visto a más de uno cambiar del bando de los inquisidores al de los plañideros aplaudidores, y viceversa, sin que se les mueva un pelo. Y ambos bandos me parecen absolutamente detestables, por cierto.
Por eso yo me quedo callado, o cambio de tema. Y cuando a veces alguno de los muchachos no me lo permite, porque me acorrala con una pregunta directa, que cruza el aire llevando específicamente mi nombre, tomo aire, hago como que pienso, y digo alguna sandez al estilo de «y, no sé, habría que pensarlo»; o tal vez arriesgo un «vaya uno a saber, son tantas cosas para tener en cuenta». Es que tengo demasiado pudor como para explayarme del modo en que aquí lo hago. Y soy incapaz de condenar a mis amigos al tórrido suplicio de escuchar mis argumentos y mis justificaciones.
Por empezar les tendría que decir que la culpa de todo la tiene el tiempo. Sí, como lo escuchan, el tiempo. El tiempo que se empeña en transcurrir, cuando a veces debería permanecer detenido. El tiempo que nos hace la guachada de romper los momentos perfectos, inmaculados, inolvidables, completos. Porque si el tiempo se quedase ahí, inmortalizando a los seres y a las cosas en su punto justo, nos libraría de los desencantos, de las corrupciones, de las infinitas traiciones tan propias de nosotros los mortales.
Y en realidad es por ese carácter tan defectuoso del tiempo que yo me comporto como lo hago. Como un modo de subsanar, en mis modestos alcances, esas barbaridades injustas que el tiempo nos hace. En cada ocasión en la cual mencionan su nombre, en cada oportunidad en la cual me invitan al festín de adorarlo y denostarlo, yo me sustraigo a este presente absolutamente profano, y con la memoria que el ser humano conserva para los hechos esenciales me remonto a ese día, al día inolvidable en que me vi obligado a sellar este pacto que, hasta hoy, he mantenido en secreto. Un pacto que puede conducirme (lo sé), a que alguien me acuse de patriotero. Y aunque yo sea de aquellos a quienes desagrada la mezcla de la nación con el deporte, en este caso acepto todos los riesgos y las potenciales sanciones.
Digamos que mi memoria es el salvoconducto para volver el tiempo al lugar cristalino del cual no debió moverse, porque era el exacto sitio en que merecía detenerse para siempre, por lo menos para el fútbol, para él y para mí. Porque la vida es así, a veces se combina para alumbrar momentos como ése. Instantes después de los cuales nada vuelve a ser como era. Porque no puede. Porque todo ha cambiado demasiado. Porque por la piel y por los ojos nos ha entrado algo de lo cual nunca vamos a lograr desprendernos.
Esa mañana habrá sido como todas. El mediodía también. Y la tarde arranca, en apariencia, como tantas otras. Una pelota y veintidós tipos. Y otros millones de tipos comiéndose los codos delante de la tele, en los puntos más distantes del planeta. Pero ojo, que esa tarde es distinta. No es un partido. Mejor dicho: no es sólo un partido. Hay algo más. Hay mucha rabia, y mucho dolor, y mucha frustración acumuladas en todos esos tipos que miran la tele. Son emociones que no nacieron por el fútbol. Nacieron en otro lado. En un sitio mucho más terrible, mucho más hostil, mucho más irrevocable. Pero a nosotros, a los de acá, no nos cabe otra que contestar en una cancha, porque no tenemos otro sitio, porque somos pocos, porque estamos solos, porque somos pobres. Pero ahí está la cancha, el fútbol, y son ellos o nosotros. Y si somos nosotros el dolor no va a desaparecer, ni la humillación ha de terminarse. Pero si son ellos. Ay, si son ellos. Si son ellos la humillación va a ser todavía más grande, más dolorosa, más intolerable. Vamos a tener que quedarnos mirándonos las caras, diciéndonos en silencio «te das cuenta, ni siquiera aquí, ni siquiera esto se nos dio a nosotros».
Así que están ahí los tipos. Los once nuestros y los once de ellos. Es fútbol, pero es mucho más que fútbol. Porque cuatro años es muy poco tiempo como para que te amaine el dolor y se te apacigüe la rabia. Por eso no es sólo fútbol.
Y con semejantes antecedentes de tarde borrascosa, con semejante prólogo de tragedia, va este tipo y se cuelga para siempre del cielo de los nuestros. Porque se planta enfrente de los contrarios y los humilla. Porque los roba. Porque delante de sus ojos los afana. Y aunque sea les devuelve ese afano por el otro, por el más grande, por el infinitamente más enorme y ultrajante. Porque aunque nada cambie allá están ellos, en sus casas y en sus calles, en sus pubs, queriéndose comer las pantallas de pura rabia, de pura impotencia de que el tipo salga corriendo mirando de reojito al árbitro que se compra el paquete y marca el medio.
Hasta ahí, eso solo ya es historia. Ya parece suficiente. Porque le robaste algo al que te afanó primero. Y aunque lo que él te robó te duele más, vos te regodeás porque sabés que esto, igual, le duele. Pero hay más. Aunque uno desde acá diga bueno, es suficiente, me doy por hecho, hay más. Porque el tipo además de piola es un artista. Es mucho más que los otros.
Arranca desde el medio, desde su campo, para que no queden dudas de que lo que está por hacer no lo ha hecho nadie. Y aunque va de azul, va con la bandera. La lleva en una mano, aunque nadie la vea. Empieza a desparramarlos para siempre. Y los va liquidando uno por uno, moviéndose al calor de una música que ellos, pobres giles, no entienden. No sienten la música, pero sí sienten un vago escozor, algo que les dice que se les viene la noche. Y el tipo sigue adelante.
Para que empiecen a no poder creerlo. Para que no se lo olviden nunca. Para que allá lejos los tipos dejen la cerveza y cualquier otra cosa que tengan en la mano. Para que se queden con la boca abierta y la expresión de tontos, pensando que no, que no va a suceder, que alguno lo va a parar, que ese morochito vestido de azul y de argentino no va a entrar al área con la bola mansita a su merced, que alguien va a hacer algo antes de que le amague al arquero y lo sortee por afuera, de que algo va a pasar para poner en orden la historia y que las cosas sean como Dios y la reina mandan, porque en el fútbol tiene que ser como en la vida, donde los que llevan las de ganar ganan, y los que llevan las de perder pierden. Se miran entre ellos y le piden al de al lado que los despierte de la pesadilla. Pero no hay caso, porque ni siquiera cuando el tipo les regala una fracción de segundo más, cuando el tipo aminora el vértigo para quedar de nuevo bien parado de zurdo, ni siquiera entonces van a evitar entrar en la historia como los humillados, los once ingleses despatarrados e incrédulos, los millones de ingleses mirando la tele sin querer creer lo que saben que es verdad para siempre, porque ahí va la bola a morirse en la red para toda la eternidad, y el tipo va a abrazarse con todos y a levantar los ojos al cielo. Y no sé si él lo sabe, pero hace tan bien en mirar al cielo.
Porque el afano estaba bien, pero era poco. Porque el afano de ellos era demasiado grande. Así que faltaba humillarlos por las buenas. Inmortalizarlos para cada ocasión en que ese gol volviese a verse una vez y otra vez y para siempre, en cada rincón del mundo. Ellos volviendo a verse una y mil veces hasta el cansancio en las repeticiones incrédulas. Ellos pasmados, ellos llegando tarde al cruce, ellos viéndolo todo desde el piso, ellos hundiéndose definitivamente en la derrota, en la derrota pequeña y futbolera y absoluta y eterna e inolvidable.
Así que señores, lo lamento. Pero no me jodan con que lo mida con la misma vara con la que se supone debo juzgar a los demás mortales. Porque yo le debo esos dos goles a Inglaterra. Y el único modo que tengo de agradecérselo es dejarlo en paz con sus cosas. Porque ya que el tiempo cometió la estupidez de seguir transcurriendo, ya que optó por acumular un montón de presentes vulgares encima de ese presente perfecto, al menos yo debo tener la honestidad de recordarlo para toda la vida. Yo conservo el deber de la memoria.
(link del audio)
http://www.esnips.com/doc/87a34e2a-cfab-4247-81b0-f01cc4fc5eef/Me-va-a-tener-que-disculpar

Derechos del señor Eduardo Sacheri

La BiciMania se habra apoderado de Mi?

Mi mamucha me envio este video en epoca en que estaba buscando de comprar una bicicleta .... supongo que para levantarme el animo y que apreciara en mejor forma lo que se podria hacer con una.....claro que en mejor estado fisico....






http://www.youtube.com/watch?v=Cj6ho1-G6tw&feature=player_popout

Creo que al terminar de disfrutar el video, busque el precio en Mercado
Libre de un equipo de motor para la bici que todavia no me habia comprado....

Asi soy yo, que le van a hacer.....

sábado, 27 de agosto de 2011

Dame fuego !! dame dame fuego !!

Y llego el dia menos esperado...
La situacion es dificil de llevar.... porque el cliente pide , exige y uno tiene que atenderlo...en todo?
casi en todo.....
Situacion.....
Cliente que luego de comprar su atado de cigarrillos decide darle un vistazo dentro para derrochar el primero en su boca, lo elige entre 20 iguales y lo extrae de la cajita....se lo deposita suavemente en su boca y palpandose los bolsillos de la campera primero y los del pantalon despues, te mira y pide FUEGO......
Kioquero que luego de vender el atado de cigarrillos observa la situacion, muy seguro de que luego de tantear tantos bolsillos el cliente pide lo PROHIBIDO...


La respuesta es -LO LAMENTO PERO NO PUEDO DARTE FUEGO, ESTA PROHIBIDO.
-QUE !! ME ESTAS CARGANDO?
-NO NO..... SE ME PROHIBE FACILITARTE EL CONSUMO DE CIGARRILLOS....(me encanta verles la cara de sorpresa que ponen!!!)

Puede haber diferentes actitudes.
Estan los que se sonrien no entienden bien que les acabo de decir y se van sin dar las gracias.
Estan los que se sonrien, si entienden lo que acabo de decir y me lo vuelven a pedir, como para ver si lo mio es un juego.
Estan los que se enojan y dicen barbaridades. (se van, claro)
Estan los que me compran un encendedor de 2$ y se van contentos pero pensando si lo que acaban de vivir es real.
Estan los mismos que compran el encendedor y luego de utilizarlo, te miran con cara de pocos amigos y dejandotelo agresivamente te dicen.....-toma rata aca lo tenes!!!

jueves, 18 de agosto de 2011

El busca tesoros

Mi comercio tiene su clientela fija, como cualquier otro negocio de la cuadra, del barrio, de la ciudad, del pais o del mundo.
La clientela fija es esa que al necesitar determinado producto, no lo compra en ningun lado mas que en tu establecimiento (sin confundir con las ultimas 5 letras dela ultima palabra que escribi)....esté donde esté.....
En el rubro kiosco es muy dificil conseguirlo....imagináte que te quedaste sin puchos y son las 7,30 de la matina y sabes que el kiosco de la esquina todavia no abre.... dos cosas pueden pasar..... 1)-Sos cliente fijo pero tus ganas de prender uno son mas poderosas que esos 30 minutos que faltan, y te vas de raje a la ESSO a 300mts....2)-Sos cliente fijo , se acabaron tus puchos y faltan los mismos 30 minutos , pero vos si sos un cliente fijo (!)...llueve y seguro que cae granizo.... tambien te escapas hasta la ESSO y te prendes el primer pucho del dia a pesar que el cartel de bienvenidad te explique del peligro de fumar en una estacion de servicio.
Asi es !!! nadie es cliente fijo de un kiosco....se entiende ?
Bueno este es el preambulo para la historia del dia....
De la persona en cuestion no se mucho, solo que todos los dias entre las 14 y las 15hs pasa por la puerta y se detiene 2 segundos.....mira fijo el semipublico que se encuentra en la calle, (lo escanea) mete dos dedos en el receptaculo de monedas devueltas y se fija si alguien olvido alguna.....si si , todos los dias, no falla nunca, ni con lluvia, ni con granizo, ese es un cliente fijo....
Hoy se dio la situacion de tener que dejar el telefono dentro porque se averio y a la espera del servicio tecnico, quedo bajo techo dentro del local....
A las 14,20hs aproximadamente este individuo, descaradamente abre la puerta del local, dice buen dia, mira el semipublico y como siempre revisa dentro si alguien olvido algun vuelto, satisfecho, vuelve a saludar y se va cerrando la puerta al salir....
Tuve un testigo que al momento de suceder esto estaba comprando .... ambos quedamos mirandonos......
Asi es.....ese si es un cliente fijo !!